El narcomadurismo, además de traficantes de drogas, oro de sangre y minerales en conflicto, se graduó de terrorista y como tal opera. En esa caracterización subyace la respuesta a la recurrente pregunta que el mundo nos formula cada vez que la ocasión lo permite, ¿cómo es que no cae, por qué no lo derrocan? Justamente porque no es un “gobierno”, sino una organización criminal. Por situaciones menos vergonzosas han caído gobiernos democráticos en nuestra región, De La Rúa, en Argentina; Collor de Melo, en Brasil; el mismo CAP, en nuestro patio. Por citar sólo algunos. Comprender eso es clave. Y actuar en consecuencia es imperativo.
Quizá lo más cercano a cuanto ocurre en Venezuela, fue lo acontecido en Camboya, en los tiempos de Pol Pot. La diaspora de ese pueblo afectó directamente a su vecina Vietnan y homóloga comunista. Obligando a estos a intervenir y acabar con el terror polpotiano instaurado en la zona. Vietnan ocupó Camboya por un lapso de 10 años. Pensar en una ruta similar nunca es descartable, pero nosotros no podemos esperar magia o que llueva café en el campo. Nos corresponde actuar, construir rutas, escenarios, circunstancia que aceleren la caída.
Ese es el propósito de la consulta a realizarse del 7 al 12 de diciembre. Encarar el fraude, argumentar ante la comunidad internacional de nuestras intensiones democráticas para devolverle la libertad a Venezuela. Denunciar y visibilizar el descontento popular, certificar la deslegitimación de origen y de ejercicio aceptada por la comunidad internacional, validar el único poder legítimo de la nación ante esa misma comunidad, vale decir, la Asamblea Nacional. Todos los venezolanos sabemos eso. SI, pero no se trata de hablarnos ante el espejo; sino a los aliados que nos respaldan. Aquellos que para continuar respaldándonos también tienen sus propias exigencias. De hecho la Unión Europea acaba de aprobar que no reconocerán el fraude del 6D, como no reconocieron la farsa presencial del 2018. Es un protocolo engorroso, sí, pero necesario. Tenemos prohibido desistir. Abandonar no es una opción.
Llegar al punto donde hemos llegado nos ha costado mucho, demasiado. Hambre, muertos, presos, torturados, exiliados, diaspora y empobrecimiento abyecto. A Nicolás Maduro nadie lo quiere, nunca fue legítimo y jamás tuvo legitimidad de ejercicio. Sí, lo corroboro. Pero eso no era así ante los ojos del mundo. Eso fue comprendido por nuestros aliados cuando vieron ingentes venezolanos huyendo del hambre, hasta convertirnos en un problema en sus propias ciudades. Maduro perdió legitimidad de origen cuando ejecutó el fraude del 2018, mientras los venezolanos alzábamos la voz. Perdió legitimidad de ejercicio, cuando tras 8 largos años de investigación la fiscalía de los EEUU determinó vínculos del régimen con el terrorismo y el narcotráfico, estableciendo orden de captura y recompensa para el capo y sus cortesanos. Seguidamente la ONU reporta en su informe, violación de los DDHH y crímenes de lesa humanidad. La Corte Penal Internacional, tras largos 8 años de insistencia por parte de honorables venezolanos lograron arrebatarle un “sí hay indicios de violación de DDHH”. Eso no es suficiente, es verdad. Pero no es razón para rendirse. La mejor manera, aquí y ahora, de honrar a los caídos, respetar el dolor que nos embarga, es terminar la tarea. No participar en el fraude del 6D es seguir la ruta de deslegitimar a Maduro, y apoyar la consulta del 7 al 12 de diciembre es validar lo conquistado. Acumular fuerza y avanzar.
Américo De Grazia.
Comentarios sobre este post