Upata, 13 de abril del 2022. Lo peor que nos puede pasar a los venezolanos es acostumbrarnos a lo malo, a las injusticias y abusos tanto de quienes deberían protegernos y más aún de los dirigentes políticos que dicen representarnos.
Voy a tomar fragmentos de un audio que compartieran conmigo en redes sociales, para transcribirlo y compartirlo con ustedes, sobre los principios básicos que no debemos descuidar.
Palabras más, palabras menos empieza así. La humanidad se ha paseado por el hecho de adaptarse con lo que no le gusta.
En Venezuela sufrimos de este síndrome de acostumbrarnos a lo malo, nos acostumbramos a la anarquía de los motorizados, las calles rotas, autopistas intransitables, al abuso de poder, al vecino que tiene un perro que no deja de ladrar durante la noche, al borracho del otro vecino que se orina en el estacionamiento de los carros, al maltrato en los bancos, cortes de luz a las colas infernales.
El problema también es que nos acostumbramos a la violencia, a la intolerancia, clasicismo al racismo, a la falta de educación, al ladrón y al asesino, secuestrador, a la falta de amor y al desprecio por lo humano.
La situación es tal, que estamos atrapados en la anarquía e indolencia y aun así vamos a restaurantes caros hablar mal de la sociedad y el Gobierno, no es malo ir al restaurante y quejarse, lo malo es la comodidad e indolencia.
Nos acostumbramos al grito, a la inflación, especulación, escasez a las escusas. Los rumores por twitter, los periodistas que especulan, a los medios politizados, a las peleas constantes en redes sociales por temas políticos.
Nos acostumbramos a la ausencia de policías en la calle, la desaparición de los fiscales de tránsito, a la mala o nula señalización de las carreteras y su mínima iluminación, nos acostumbramos a lo malo y además a no protestar por lo malo.
Se nos olvidó la ciudadanía y adoptamos la politiquería, somos expertos en quejarnos, cinturón negro en amargarnos por política y medalla de oro en acusar al pasado u otros de nuestra ineficiencia.
Hablamos de política pero no de servicios, hablamos del presidente pero no del alcalde, mucho menos del presidente del condominio, nos convertimos en Eunucos de Rebeldía, nos convertimos en una sociedad sumisa, debido a que nos acostumbramos a lo malo, hoy no somos capaz de unirnos en una protesta por el mal estado de una autopista, donde transitamos amarillos, azules y rojos.
Tampoco nos unimos en protestar contra la corrupción y contra la especulación. Estamos tan acostumbrado a lo malo y estar tan divididos que se nos olvidó luchar por nuestros derechos y lo único que protegemos, son las contraseñas del twitter, nuestro bunker donde nos quejamos de todo, pero no hacemos nada.
Somos secuestrados de nuestra propia indolencia. La pregunta de las 60 mil lochas es ¿Qué hacer sobre esto?
Mi respuesta es tomar conciencia, agarrar este artículo y difundirlo hasta que llegue a medio mundo y ayudar al que tenemos al lado, no importa su color político, a que nos demos cuenta que merecemos lo bueno, que acostumbrarnos a lo malo es el colmo de la mediocridad, que asumir que si el otro piensa diferente, no me puedo unir a él a protestar por algo que nos afecta a todos.
Es el colmo de fanatismo obtuso y autodestructivo, si juntos sin importar ideologías, luchamos por el país que merecemos, es sin duda la única vía para empezar a vivir en el paraíso que es Venezuela y no en el infierno de la indolencia, donde ahorita estamos metidos. Reflexión y cambio, no del gobierno… de nosotros los gobernados, eso hará la diferencia.
@CandresMonsalve
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